Llega el puente de mayo y en un abrir y cerrar de ojos nos metemos en junio, con el calorcito, en julio con los primeros trabajadores cogiendo vacaciones de verano y en agosto, el mes de los viajes turísticos por antonomasia. Cabe destacar que de un tiempo a esta parte, y sobre todo en países de la cuenca mediterránea, esos viajecitos se han extendido por ambos lados, tanto en junio como en septiembre e incluso octubre, ya que el buen tiempo suele ser el rey de esos meses estivales que ya se alargan hasta lo que antes era un otoño más gris. Y, como siempre, viajar en familia suele ser lo más caro.