Cuando decidimos tener una mascota en casa, ya sea un perro o un gato, tenemos que ser conscientes de lo que eso supone. En primer lugar, y como está claro, estamos ante un ser vivo, y eso significa que se mueve, necesita unas cuidados y unas necesidades. Por favor, hay que pensarlo bien, si no estamos preparados no podemos tenerlo en casa. Además, hay que pensar que tenemos que cambiar nuestros hábitos, eso supone un sacrificio. Será el momento de sacarlo a la calle, de hacer sus necesidades.
Además, tener una mascota en casa también supone un desembolso económico, no es barato. Hay que darle de comer, hay que gastar dinero en vacunas, en aparatos para controlarlos, etc. Y por último, si en la casa hay niños, esto también supone cambiar nuestra educación. Los niños tienen que ser conscientes de todos estos aspectos pero también de saber que no es un juguete. Y una vez que sabemos todas estas cosas, es el momento de conocer una serie de consejos básicos para cuando tengamos una mascota en casa.
Rutina
Como suele pasar cuando llega algo nuevo a nuestra casa, hay que hacer rutinas. La misma que puedes tener con un bebé. Por ejemplo, es importante mantener la rutina de tu mascota lo más intacta posible. Hay que hacer unos hábitos de alimentación, el baño y las caminatas deberían darse como de normal y si tu perro está acostumbrado a ir en coche, no es mala idea seguir llevándolo a dar una vuelta.
Hay que impartirle un buen comportamiento, como sentarse antes de cruzar una puerta o no pedir durante las comidas, es otra forma importante de mantener la coherencia en su rutina. Y por supuesto, no puede faltar la salida a la calle para hacer sus necesidades y para que se desfogue. Si vas a tener un animal en casa todo el día, por favor, es mejor que no lo tengas. Como suele ocurrir con los galgos que ahora se ha puesto de moda tenerlos en ciudad.
Con los niños
Si hay niños en casa, que suele ser lo más habitual, hay que pedirles que participen para mantener a la mascota sana y feliz. Es algo que nos va a venir muy bien a todos. Ahora es un buen momento para reforzar el buen comportamiento de las mascotas y ayudar a los niños a comprender el lenguaje corporal de nuestros animales de compañía. También es divertido involucrar a las mascotas en el aprendizaje de tu hijo. Los más pequeños de la casa también se van a sentir bien. Los niños necesitan aprender y se ha demostrado que las mascotas los ayudan en algunas áreas de aprendizaje (por ejemplo, en la lectura). Si la mascota es afable y paciente, implementa sesiones en las que tu hijo le lea al animal como parte de su rutina.
Control de temperatura
Como les pasa a las personas, las mascotas también pueden tener fiebre. En este caso, hay que tener mucho cuidado. Seguro que te estás preguntando que cómo podemos medir la temperatura, ya que en este caso no es como las personas que se las pueda controlar. Pues muy fácil. Gracias a la tecnología existen los pirómetros ópticos para medir la fiebre, que están diseñados especialmente para ello, se trata de termómetros sin contacto para una medición rápida y eficaz de la fiebre. Como nos indican desde Ibertronix, los termómetros infrarrojos, que no son clínicos, o las cámaras termográficas industriales no miden la temperatura corporal, si no la temperatura de la piel y se ven afectados por la temperatura ambiente, su medición no es fiable. La temperatura habitual en los perros es diferente a la de las personas pues la suya oscila entre 37.2 ºC y 39.4ºC. Si la temperatura es excesiva a la adecuada para ellos sonará una alarma que advertirá sobre una posible enfermedad y dolencia, y en ese caso es importante que te pongas en contacto con el veterinario.
Antes de meterlo en casa
Antes de meterlo en tu hogar, tienes que tener en cuenta estos aspectos. Tu mascota tendrá su propio espacio en casa, pero también compartirá con el resto de la familia otras zonas, por lo tanto hay que asignarle una ubicación para descansar y comer. La disciplina y la constancia serán claves en la relación de tu mascota contigo, tu hogar y el entorno. Y como suele ocurrir en los humanos, los sistemas de premios y castigos, por ejemplo, funcionan bien para enseñar a tu mascota qué puede y qué no puede hacer.