Las familias de hoy en día pueden estar formadas, gracias a Dios, por todo tipo de uniones. Dos hombres, dos mujeres, hombre y mujer… y en las bodas se pueden ver este tipo de uniones y de parejas que con hijos en común, o no, contraen matrimonio. El problema en estos casos es que un niño o una niña entre los 4 y los 10 años puede ser de todo menos tranquilo y hay que darle su espacio en la boda de sus papás así que vamos con unos consejos.
Los niños de esas edades, por muy tranquilos o buenos que sean, quieren la atención de sus familiares y de las personas más cercanas así que pretender que el niño o la niña permanezcan quietos en un rincón durante la ceremonia o que se comporten como adultos es iluso e irrisorio. Lo mejor es darle un papel “importante” y hacerle entender que va a formar parte del día de la boda como un protagonista más.
Para empezar, debéis tened en cuenta que el matrimonio es la unión de dos personas que van a formar una familia y si hay alguien más que forma parte de esa familia es un protagonista más de la boda. Tal vez no tanto como la pareja en sí, hay que ser realistas, pero tampoco se le puede dar de lado en absolutamente nada. Y lo que suele venir primero son las fotografías.
Hacedle sentir importante
El reportaje de la preboda que tan de moda está ahora, es el momento perfecto para hacerle ver al niño que él forma parte de todo eso incluyéndolo en alguna de las fotografías. Lo mejor es contratar a fotógrafos profesionales que trabajen tanto en eventos de este calibre como con niños y books familiares. Dos buenas opciones son javiermalanfotografo.es en Santander, luisoliva.com en Alicante y ravenoussouls.com en Palma de Mallorca, pero seguro que podéis encontrar grandes profesionales en todas las provincias españolas, buscad referencias por Internet y contactad con varios para que os den presupuesto, así podréis elegir más acertadamente.
Podéis aprovechar el reportaje para hacer alguna fotografía familiar donde se incluya al niño o niña e incluso en solitario y con ambos padres por separado. Será un bonito recuerdo y el pequeño se sentirá dentro de todo esto.
El día de la boda, si os casáis por la iglesia, dejadle llevar las arras, o pedidle que deje caer pétalos de rosa por delante de la novia en la entrada por el pasillo, o incluso haced que acompañe a su mamá hasta el altar. Puede ser un momento precioso y estaréis volviendo a darle al pequeño el protagonismo que demanda y merece al mismo tiempo que conseguiréis que se quede más tranquilo durante todo el acto al sentirse protagonista observado por el resto de invitados.
Durante el banquete dejadle ser un niño. Que juegue, ría, y que se divierta con el resto de niños invitados a la boda. No pretendáis que, al ser el hijo de la pareja que se casa, sea un maniquí impoluto que lleve el traje en perfectas condiciones, eso es imposible. Los niños son niños en casa, en la escuela y en las bodas, así que no pretendáis algo imposible. Eso sí, lo ideal es que algún familiar cercano decida hacerse cargo del pequeño para que, si le entra sueño antes de hora, pueda acercarlo a casa o llevárselo a dormir sin molestar a la pareja que seguirá en pleno apogeo de celebración.
Sea como sea hacedle ver que forma parte del día, del evento y de la familia y que sin él o ella, nada sería lo mismo.