Todo padre sabe que debe comenzar a estimular a su bebé desde muy temprana edad para ayudar en su desarrollo natural. Él te necesita para aprender a relacionarse con su entorno, decir sus primeras palabras y dar sus primeros pasos. Aquí, el movimiento y la estimulación son los alimentos que necesita su cerebro, y su mejor herramienta de aprendizaje somos nosotros.
Lo bueno es que en casa y sin ningún tipo de preparación especial, podemos ayudar a nuestro pequeño a sentar una buena base sobre la que reposará todo lo que aprenda después. Su primer año de vida es una época dorada para adquirir conocimientos, ya que es la edad perfecta para absorber cantidad de información nueva y crucial en su desarrollo. Sin embargo, aunque pueda parecer demasiada responsabilidad, ayudarles es más fácil de lo que parece.
Los bebés del mundo, vienen con una serie de reflejos primitivos que le empujarán a gatear cuando toque, a sentarse y ponerse erguido cuando esté preparado, mientras que nosotros solo tenemos que acompañarle en ese proceso, y ofrecerle un entorno seguro donde desarrollar sus capacidades.
Por otro lado, su cerebro es una esponja y, para aprender, solo necesita que le ofrezcamos la posibilidad de experimentar y que le animemos a descubrir el mundo por sí mismo.
La experta en psicología, Vanessa Sanz, nos comparte una variedad de actividades para estimular el desarrollo de nuestros hijos desde sus primeros meses.
Dale el pecho
La leche materna no solo es lo mejor para sus cuerpos, sino que también es perfecta para alimentar su cerebro. Ya que los ácidos grasos que están presentes en la leche materna ayudan a que las neuronas de los bebés se conecten entre sí.
Además, cuando le estamos amamantando, y cambiamos de pecho, estamos favoreciendo la simetría corporal.
Tócale mucho
Los bebés vienen de un medio acuoso y cerrado, por lo que es importante que aprendan a saber cuáles son los límites de su cuerpo: dónde acaban ellos y dónde empieza el mundo. Para esto se recomienda masajearlos, ya que cuando lo hacemos, se despiertan los receptores externos que les hacen darse cuenta de dónde están.
Haz juegos de imitación
Desde que nacen los bebes están deseosos de comunicarse con nosotros, solo que no saben como hacerlo. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, el bebé va identificando a las personas que componen su círculo de confianza, ve que esas personas hablan, observa cómo abren la boca y producen sonidos, cómo acompañan los gestos de la cara al mensaje. Así, su proceso de comunicación comienza con una primera comunicación no verbal, que complementamos cuando respondemos a sus grititos y gorjeos y les comenzamos a animar a que nos imiten al hablar.
Déjalo estar en el suelo
Alrededor de los 9 meses, los bebés empezarán a gatear, por lo que se recomienda que desde los 6 ya comencemos a pasar ratitos en el suelo, colocándolos boca abajo desde el momento en que pueden sostener la cabeza.
También debemos animarles con juguetes para que desarrollen la musculatura al intentar cogerlos, siempre intentando poner nuestras manos como tope si vemos que inician la marcha hacia atrás.
Si lo colocamos boca arriba, hay que intentar que hagan movimientos laterales hacia ambos lados, por ejemplo, llamando su atención con objetos o sonidos.
Mantelo en movimiento
El balanceo y los movimientos rítmicos ayudan a calmar al bebé, y con constancia llegan a generar rutas y conexiones cerebrales que le ayudan a predecir qué va a pasar a continuación. Por eso es tan importante que los mantengamos en movimiento.
Adapta la casa a tu bebé
Durante el primer año, es importante que adaptemos la casa al bebé. Esto porque cuando empiezan a moverse solos necesitan un espacio que sea seguro para ellos, donde puedan gozar de cierta libertad y no estén en contacto con objetos que puedan romper o llevarse a la boca.
Debemos mantener fuera de su alcance todo lo que sea peligroso o se pueda romper, además de ir enseñándole que objetos no puede tocar. Mientras que en su cuarto necesitará espacio para moverse y tener juguetes a mano.
Alterna los periodos de libertad
Si nuestro bebé es de los que se dejan envolver, resulta muy conveniente alternar periodos de libertad, por ejemplo, solo con el pañal, con otros en los que, ya sea envuelto en una toquilla o mantita en el carrito o con nosotros en el fular, vuelva a la seguridad del útero materno.
Llevarlos envueltos también desarrolla el tono muscular, ya que los bebés hacen pequeñas presiones al intentar moverse y buscar los límites del espacio.
Ayúdalos a explorar
Utiliza objetos de diferentes texturas, materiales o grosores como telas, cordones, tuppers, botellas de plástico, tapas, un palito, una hoja, etc. El punto es que deben tener diferentes agarres, desde objetos grandes que vaya a manejar con la palma entera, a objetos pequeñitos que pueda coger con los dedos. Esto para desarrollar su habilidad motora de agarre y agarre de pinza.
Monta una pista de obstáculos
Antes de echarse a andar, necesitan dominar todos los movimientos. Para ayudarlos a esto, podemos convertir nuestro salón en una pista de obstáculos que pruebe su motricidad.
Coloca un cajón a modo de obstáculo para rodear, cojines sobre los que pasar, una mesa para gatear por debajo, juguetes como meta, la imaginación es el límite y ¡a jugar con tu bebé!
Expónlo a diferentes idiomas
Una forma de ayudarle a desarrollar la agudeza auditiva es ponerle canciones en diferentes idiomas que puedes encontrar fácilmente en Internet. Esto no hará que se convierta en un poliglota, pero si aumentarás su capacidad de discriminación de esos sonidos y, por lo tanto, le resultará más fácil aprender nuevos idiomas más adelante.
Aquí cabe acotar que los bebés suelen quedarse hipnotizados escuchando la voz de su mamá porque los recién nacidos están más preparados para distinguir los sonidos agudos; pero, a medida que pasan los meses, también escucharán perfectamente las voces más graves, como la voz de su papá. Una forma de estimular este reconocimiento de sonidos es ponerles la música de Mozart, que suele dar muy buenos resultados ya que tiene todas las frecuencias del sonido.
Juega con él
Llega u momento en que los niños se vuelven auténticos aventureros; sin embargo, hay ciertos juegos que no puede llevar a cabo sin la ayuda de sus padres, como por ejemplo el aserrín aserrán, el caballito, guerra de cosquillas, el avión…
Al jugar con ellos ayudamos a desarrollar la musculatura, el equilibrio, mientras disfruta con cierto nivel de peligro controlado. Y aún más importante: cuando nos reímos juntos, los lazos se estrechan, la familia se hace más fuerte y construimos recuerdos.
Experimenta con la comida
Cuando el niño comienza a probar distintos tipos de comida, es bueno dejarles que experimenten con ella. Si ya se sostiene sentado, puedes comenzarlo a sentar a comer con el resto de la familia en su trona o en tu regazo; y déjalo experimentar nuevos sabores, olores y texturas. Esto mejorará la motricidad fina al coger la comida con sus deditos y, lo más importante, asociará la hora de comer con un momento feliz en familia.
Plantéale retos
Desde que nacen, comenzamos a comprarles cientos de juguetes a nuestros bebés. Sin embargo, hay que procurar comprarles juguetes que supongan un reto, que les dé la oportunidad de ensayar, hacer algo y conseguirlo.
También es bueno procurar agotar cada juego y, solo cuando lo haya conseguido, ir introduciendo otros que le supongan nuevos desafíos. Eso sí, tiene que ser un reto asumible, ya que aunque es importante que empiecen a desarrollar tolerancia a la frustración, si el nivel de dificultad no está adaptado a su momento, no será interesante para él.
Lo mismo pasa con los libros. En vez de comprarle cientos de cuentos distintos, enfócate en unos cinco cuentos que pueda comenzar a repetir, predecir, darse cuenta de lo que ha aprendido sobre ellos. Luego, cámbialos por otros cinco más que serán sus favoritos del momento.
Explícales todo
Explícales las cosas que veas, las actividades que estén haciendo, incluso tu siguiente movimiento. Cuando les explicas todas las cosas, les ayudas a descubrir el mundo, a que le vayan sonando las palabras cotidianas y, además, al contarle lo que vamos a hacer en cada momento, él anticipa lo que va a pasar, lo que le da seguridad.
Enséñales a gatear y caminar
Cuando los niños empiezan a gatear es muy importante pasar mucho tiempo en el suelo, estimulándolos a dar sus primeros pasos y ayudándolos a que se sujeten y se eleven por sí mismos. Lo ideal es que dispongan de un sitio en el que apoyarse y que puedan rodear.
Está bien si al principio les llevamos nosotros de la mano; pero cuando les dejamos solos y ellos toman la iniciativa, debemos apoyar su autonomía y su autoestima, dejándolos explorar solos pero siempre demostrándoles que estamos ahí para correr a su lado siempre que nos necesiten.