Normalmente, a medida que nos vamos haciendo mayores y entramos en una edad anciana o muy avanzada, nos vamos sintiendo más solos. Esto es porque los hijos han comenzado o se han ido definitivamente del nido familiar y la casa se encuentra más vacía, por tanto los amigos como los familiares cercanos han pasado a mejor vida o no tienen fuerzas para salir de casa y visitarnos, y también porque en algún momento falta la pareja, que es esa fiel compañía que hay en todos los hogares familiares.
Cuando esto sucede, los mayores, y del mismo modo las personas que los quieren y se ocupan en mayor o menor medida, tratan de encontrar soluciones a esta soledad. A veces les proponen que se vayan a vivir con sus hijos, con algún familiar que se encuentra en la misma situación, como puede ser un hermano, o incluso ingresar en alguna residencia geriátrica de Barcelona o de su ciudad. Citamos la Ciudad Condal porque allí se encuentra Benviure, uno de los mejores centros asistenciales para mayores y del que muchos familiares tiran como solución aunque se encuentre incluso algo apartado de sus casas, ya que es garantía de un buen cuidado a los ancianos.
Pero también es cierto que otros núcleos familiares, o incluso la propia persona que se encuentra sola se decanta por otra opción un poco diferente pero que los estudios han demostrado que es más que beneficiosa: la adopción de una mascota.

A nadie se le escapa que un animal de compañía como un perro nos puede dar muchas alegrías a la vez que supone también una obligación. Pero especialmente lo bueno para las personas mayores es que les ayuda a combatir esa soledad en la que se ven inmersas llegadas a una edad complicada como la de la vejez. Con un perro pueden hablar, discutir incluso si este se porta mal, darle cariños o caricias y a la vez recibir del animal todo ese amor y esas atenciones triplicadas. Y es que los perros y las mascotas en general son muy agradecidas y son capaces de transmitir con una mirada o una simple incitación al juego con ellos todo ese cariño que desean devolver.
Y no solo eso, sino que además los mayores no sienten su casa sola. Un perro en una vivienda es sinónimo de hogar y hace parecer los pisos mucho más acogedores. Está claro que no hablan y que no hacen las mismas cosas que las personas, pero el movernos por la estancia y saber que hay alguien que va detrás, que nos observa en cada movimiento y que está pendiente de nosotros hace que nos encontremos mucho más acompañados y no tengamos miedo a la soledad y a la vez.
Asimismo, como decíamos, tener un perro es tener también muchas obligaciones. Cuando lo compramos o adoptamos debemos saber que se trata, por suerte, en un proyecto a la largo a plazo que nos va a instaurar muchas responsabilidades. El dueño de un perro debe ser consciente de las necesidades del mismo, desde la comida y la bebida hasta sus vacunas y sus salidas diarias a la calle por dos o tres veces para que pueda hacer sus necesidades.
Pero esto que podemos ver como una obligación, y que de facto lo es, en realidad puede ser visto también como una ventaja de tener un animal de compañía en casa, y es que este tipo de responsabilidades conllevan que la persona mayor se mantenga mucho más activa y deba hacerse cargo del animal. Desde salir a comprar comida hasta darle los paseos a la mascota ayudan a la movilidad de los ancianos y los mantienen mucho más sanos. De hecho, hay estudios que indican que las personas mayores que poseen un perro se encuentran mucho más sanas que aquellas que carecen de él, que toman menos medicinas y que incluso se encuentran mucho más fuertes en lo que a temas de salud coronaria se refiere.
Es por ello que hoy queremos incidir que los animales y las mascotas son geniales para educar a los niños, pero también son una buena compañía para los más mayores.