Es curioso comprobar cómo cambian las mentes cuando nos vemos en situaciones que antes no habíamos vivido nunca. No hace mucho tiempo, cuando me invitaban mis amigos y familiares a la celebración de cumpleaños de bebés siempre pensaba lo mismo “¿Y tanta parafernalia para qué?”. Digamos que ahora ya no pienso lo mismo…
Uno de los últimos cumpleaños a los que fui antes de que naciera Eiden fue el primer cumpleaños de mi sobrino, Arán, quien cumplía un añito y sus mamás habían decidido celebrarlo por todo lo alto en la zona recreativa de su urbanización aprovechando que era verano.
Personalmente esperaba ver a los amigos más allegados y a los familiares más cercanos cantándole el “cumpleaños feliz” al pequeño Arán y poco más pero lo que me encontré fue una fiesta multitudinaria de 80 personas, entre amigos, familiares y gente de la urbanización, con castillo hinchable incluido y mesa dulce. Impresionante.
Me quedé de piedra, no entendía para qué tanto despliegue y aunque aún a día de hoy sigo pensando que es un despilfarro puedo decir que lo entiendo completamente.
Mi pequeño Eiden cumple su primer año de vida dentro de nada y en contra de todo pronóstico estoy organizando un cumpleaños por todo lo alto en el que he contratado hasta dos empresas de catering: La Frolita y Catering A Morena. Básicamente lo que no quiero es tener que cocinar, aunque sea una merienda, para 93 personas, mis invitados, así que he encargado el dulce por un lado y el salado por el otro.
Como cumple en noviembre la idea de piscina y agua queda descartada pero hemos reservado un parque de bolas inmenso en el que estoy segura que grandes y pequeños lo pasaremos de miedo.
Y pensaréis ¿por qué 93 invitados? Pues primero llamas a la familia cercana y entoces las abuelas, que están emocionadísimas con el niño, quieren invitar a sus propias amigas para que vean el primer año de vida de su chiquitín. Luego llamas a tus amigos más cercanos y piensas en que “quedarás mal” si no avisas a tal o cual amigo, y los llamas, y traen a sus parejas, y luego empiezas a invitar a todo aquel que conocer que tiene niños de la edad del tuyo, o similar, y de pronto te plantas en 93 invitados. Así de fácil.
Y mientras tanto, mientras organizo todo, pienso “como cambian las cosas amiga”.
La celebración perfecta
Está claro que el niño se va a enterar de más bien poco y aunque ahora disfrute algo no recordará absolutamente nada en el futuro, aunque para eso siempre estarán las fotos. Ahora bien, eso a mí me da igual porque no sólo estamos celebrando su primer año de vida sino también mi primer año como madre así que… ¡qué corra la bebida! Aunque ésta sean batidos de chocolate, y quiero la celebración perfecta.
Voy a decorar una pared entera con fotos de mi hijo, desde que nació hasta que cumplió su primer añito. He pensado que con dos o tres por mes ya va bien, y quiero que salgan en ellas sus abuelos, sus primos, sus tíos… así todos se llevarán una sorpresa.
También voy a colgar una ecografía de cuando estaba embarazada y su primer body, que era diminuto.
Luego, para la tarta, pienso sentarlo en su trona pero que estará decorada para la ocasión, probablemente con dinosaurios porque aunque aún no tiene ni idea de lo que son no hay quien lo separe de su peluche de “Piecitos”.
Los niños tendrán su propia mesa de merienda y habrá una mesa dulce con pastelitos y piruletas con forma de 1, súper gracioso. También quiero colgar muchos globos, por todas partes, a mí siempre me han encantado y quiero que mi hijo salga en las fotos rodeado de cientos de ellos en su cumpleaños.
Y como colofón la tarta, será personalizada, de fondant probablemente, y aunque aún no he elegido la temática tengo muy claro que ha de ser tierna a la par que divertida. Ya veremos cómo consigo eso. Y dicho esto solo me queda volver a pensar “cómo cambian las cosas amiga”