Hace un par de años se casó una pareja de amigos que tenían un perro. El animal era para ellos como una especie de hermano, hijo o familiar. Por eso, les apetecía que en el día de su boda estuviese cerca. Durante varios meses buscaron –más bien, todos buscamos un lugar– que admitiese la presencia de perros, tanto en la ceremonia como en la fiesta, aunque fuese en un espacio reservado, hasta que finalmente encontramos estas fincas para bodas en Castellón que lo permitían. Como el grueso de la plantilla de invitados era de Valencia, el desplazamiento no supuso demasiados problemas, aunque me parece que los motivos de la elección quedaron entre la pareja y unos pocos amigos que les ayudamos a buscar el lugar.
Para aquellas familias que tienen mascota, esto no es ninguna novedad, ni nada raro, pero los perros y las mascotas acaban por ser un miembro más de la familia. Seguramente ahora haya dos grupos de reacciones al leer este artículo: 1) los que tienen mascota y comprenden y comparten esta afirmación; y 2) los que no la tienen y les cuesta entender que un animal pueda ocupar el mismo lugar que una persona en la estructura familiar. Sin embargo, así es, un perro, por ejemplo, es un miembro más del seno familiar en el que recae. Por eso, en uno de los días más importantes de la vida de una pareja, su boda, es importante encontrar un lugar que permita que ese miembro especial de la familia pueda vivir el día como uno más.
Lo cierto es que en los últimos años ha aumentado el número de lugares para la celebración de bodas que tienen un terreno amplio y lleno de espacio. En estos casos, la incorporación de la mascota no es un problema, incluso empiezan a proliferar algunos establecimientos que abogan por que sean todos los invitados los que lleven mascotas y puedan dejarlas en un lugar específico para ellas, donde jugarán, comerán y harán vida con otros animales, bajo la supervisión de un encargado que trabajará para ellos y los atenderá para que tengan todo tipo de bienestar.
En nuestro caso, encontramos estos dos salones para bodas de Castellón que permitían mascotas. Su única condición era que estas estuviesen en un recinto propio para ellas, como si de una especie de guardería se tratase, para que no interfiriesen en el trabajo de los servicios de camareros y catering, así como en el bienestar de los invitados, ya que igual que entre ellos se encuentran amantes de las mascotas puede haber gente a la que no le hagan demasiada gracia o, incluso, les tenga alergia o miedo. Con esa condición de que los animales habitaran su propio espacio, la boda se celebró y el perro de nuestros amigos estuvo presente en el momento del casamiento, junto al hermano de él, que lo mantenía sentado y en silencio.
Cada día son más las actividades que se pueden hacer con nuestros animales. Hace años, por ejemplo, era difícil hasta correr junto a él en la playa. Hoy en día, la permisividad ha aumentado, aunque todavía quedan lugares y muchas personas que miran con recelo a las mascotas cuando interfieren en su vida y su día a día. No obstante, desde aquí suponemos que será difícil eliminar esa percepción en las personas que la tengan adquirida. No obstante, todo son pasos adelante, en el sentido de que cualquier pequeña acción e incorporación en el catálogo de actividades permitidas a las mascotas es un paso al frente para que, al final, exista un mundo futuro en el que las mascotas puedan disfrutar de derechos plenos junto a sus hermanos humanos.
Desde este blog, y desde la honestidad más pura, desconozco si al escribir esto, un par de años después de aquella boda, existen más salones para eventos en Castellón u otras ciudades que permitan a las mascotas disfrutar junto a los humanos de eventos tales como bodas, bautizos o comuniones. Pero si es así, nos alegraremos de ver cómo el mundo empieza a mirar hacia adelante. Y sobre todo, como lo hace junto a sus animales, compañeros de tantas fatigas.