Estoy hasta las narices de que la sociedad me imponga lo que debo hacer, o mi madre, que parece ser que en mi caso viene a ser lo mismo. Tuve la suerte de nacer en una familia pudiente y eso me ha dado muchas más oportunidades que a otros niños, es algo que agradezco, pero también me ha traído más de un problema nacer en esa familia y eso también es algo que he de llevar sobre mis espaldas.
Puede que eso de la nobleza ya no se lleve, pero si tu familia pertenece a la “alta alcurnia” (o a la clase “pija e hipócrita” como diría yo) debes cumplir con ciertas cosas que se esperan de ti, así que tener una hija rebelde que odia todo ese mundo es una auténtica desgracia. O un quebradero de cabeza según mi madre. Yo nunca he seguido las normas establecidas, de pequeña me rebotaba su mi madre me obligaba a ponerme según qué vestidos y lazos en la cabeza, y eso de estarme quietecita no iba conmigo así que si podía me escabullía para jugar en el jardín y tirarme del columpio más alto. Tampoco me considero católica porque aunque mi familia así me lo haya inculcado, ese tema nunca ha nacido de mí misma por lo que ahora, con 32 años y un bebé recién nacido, ni por asomo había pensado en el tema “bautizo”.
El problema llegó cuando mi madre hizo la pregunta del millón, “¿Cuándo pensáis bautizarlo?” y entonces saltó la liebre, se llevó las manos a la cabeza cuando le dije que no pretendíamos hacerlo y llegaron los “¡Madre mía!” y los lloros. Al final, por no oírla y porque “daño” no hace (creo) hemos cedido a bautizar al pequeño pero es que ahora veo todo lo que se me viene encima y me entran ganas de dar marcha atrás.
Tenemos hasta invitaciones
Para empezar, mi madre ha reservado uno de los jardines de Hacienda Mesa del Rey, una finca donde organizan eventos que, para una boda es perfecta pero para un bautizo resulta demasiado ostentosa. He de reconocer que tanto los empleados que hemos conocido como el gerente y el lugar es perfecto, porque es un jardín precioso que ofrece unos servicios magníficos. Lo que ocurre es que me parece demasiado, así de simple. Pero claro, mi madre no podía invitar a sus amigas al bautizo de su primer nieto y llevarlos a un restaurante más sencillo porque eso habría sido una auténtica aberración.
Para colmo, mi madre quiere seguir las 10 claves para preparar un bautizo al dedillo, cosa que me desespera, y yo lo único que quiero es que todo este lío acabe cuanto antes podamos volver a nuestra vida tranquila y rutinaria. Es tan desesperante que hasta ha encargado invitaciones y quiere que le hagan un vestidito a medida, bordado con su nombre, a mi hijo para el bautizo. ¿Se puede ser más pija? Yo creo que no, estaría prohibido.