Si hay una manera de disfrutar realmente del deporte, ésta es la de hacerlo con nuestros seres queridos. Poder jugar al fútbol o un simple partido de tenis con nuestra pareja o hijos es una bendición y una de las mejores alternativas que podemos manejar a la hora de disfrutar del tiempo libre del que disponemos. Gracias a ello, enfocamos la vida de una manera completamente distinta.
España es un país que sigue invirtiendo mucho dinero en infraestructura deportiva y no solo la que tiene una estrecha relación con el fútbol. La tradición que tienen deportes como el baloncesto, el tenis o más recientemente el pádel hacen que en nuestro país sigan construyéndose día a día recintos deportivos que son disfrutados por unos aficionados que cada día están más enganchados a la práctica deportiva.
Hace un par de años, mi familia y yo nos trasladamos a vivir a una comunidad de vecinos de la ciudad de Alicante, en la que tanto mi mujer como yo trabajamos. Durante todo este tiempo, hemos reforzado la relación que tenemos con nuestros vecinos y hemos tratado de mantener nuestro gusto por la práctica del pádel, un deporte que cada día practican más españoles y que a nosotros nos llamó la atención desde hace varios años.
Pero jugar al pádel no nos ha resultado fácil con el traslado a dicha comunidad de vecinos. De hecho, cuando llegamos el recinto no poseía un espacio reservado a practicar algún deporte y por eso no dedicamos desde el principio a plantear en las diferentes Juntas de Vecinos que se reservara un espacio para dicha actividad. Aunque nos costó convencer al Presidente, al final éste terminó accediendo ante la cantidad de propietarios que estábamos de acuerdo en que era necesario habilitar un espacio a tal efecto.
Pero para que el sueño se hiciera realidad, primero teníamos que encontrar una empresa que se dedicara a la construcción de pistas deportivas y que no resultaran demasiado costosas para nuestra economía. Esta era la cuestión que más nos preocupaba y que más nos hacía temer por nuestro objetivo. Sin embargo, no nos íbamos a rendir tan fácilmente porque sabíamos que alguien podría llevar a cabo este sueño.
Desde la Presidencia de la Comunidad se comenzó a buscar información acerca de empresas que se dedicaran a esa construcción de recintos deportivos que demandábamos. Tras una primera aproximación, se descubrió la página web de una empresa llamada Lloen, dedicada a la fabricación de suelos de caucho y la construcción de espacios como los que tanto deseábamos tener en la misma puerta de nuestro edificio. Aquella entidad era nuestra gran esperanza y, en cuanto nos enteramos de los precios con los que tasaban sus servicios, nos convencimos de que no podíamos dejar pasar una oportunidad como aquella.
Un edificio preparado para el deporte
Después de ponernos en contacto con los profesionales de Lloen, llegamos a un acuerdo para que fueran ellos los que se encargaran de la construcción de una pista de pádel para todos los vecinos de la Comunidad. La operación apenas duró unas cuantas semanas, por lo que pudimos comenzar a hacer uso de la pista en un periodo relativamente corto de tiempo y saciar así nuestra sed deportiva, que ya se llevaba acumulando demasiado tiempo para nuestro gusto.
Cuando acudimos por primera vez a la pista nos dimos cuenta del gran acierto que habíamos realizado al confiar en Lloen. El recinto contaba con las directrices que ordena la Federación Española de Pádel, por lo que se trataba de un lugar perfectamente preparado para la práctica de un deporte como este. La primera impresión que nos llevamos mi familia y yo no podía ser mejor.
Son ya dos los años desde que contamos con la pista en nuestra Comunidad y la verdad es que seguimos muy contentos con el servicio que se nos proporcionó desde la empresa. Cada semana, mi mujer, mis hijos y yo disfrutamos de nuestro tiempo libre como más nos gusta: con un buen partido de pádel que refuerce nuestra relación y nos permita pasar tiempo juntos en una sociedad en la que conseguir la conciliación familiar está cada vez más complicado.