Nunca es tarde si la dicha es buena. Aprender idiomas es algo positivo para cualquier persona, con independencia de la edad que se tenga. Abre puertas para viajar y saber comunicarse, alimenta las inquietudes y satisface el alma. Como todo aquello que se aprende en esta vida y nos hace mejorar. Si bien es cierto que nunca es tarde para aprender y es posible aprender todo lo que nos propongamos, también lo es que, existen momentos más adecuados para hacerlo. Sobre todo en según qué materias.
Uno de las cuestiones más planteadas respecto al aprendizaje, es precisamente sobre los idiomas. Aprender a hablar es algo natural. Un proceso que fluye solo y forma gradual desde que nacemos y nuestro cerebro empieza a madurar. Sin embargo, no es suficiente con saber hablar el idioma o lengua materna, cada vez es más necesario desenvolverse en otros idiomas para poder comunicarse. Esto nos lleva a esa inevitable cuestión: ¿Cuándo es el momento ideal para aprender otro u otros idiomas? Sobre eso, vamos a hablar en este post. Dado que en la actualidad, el hecho de que los niños aprendan por lo menos una segunda lengua de manera fluida, es una prioridad para los padres, vamos a arrojar un poco de luz sobre el tema.
Se considera que la infancia es ese momento vital óptimo y adecuado para que se aprenda un idioma con fluidez y soltura. Aunque eso no quiere decir que no pueda hacerse con posterioridad. De ahí que exista una gran oferta formativa, entre las que podemos destacar los campamentos de verano en Francia para adolescentes, como los que ofrece Vilimi Idiomas para aprender francés, en Francia, durante el verano. ¿Qué mejor manera que aprender desde dentro? Sin duda, una de las mejores maneras de aprender el idioma es en el lugar en el que se habla. No obstante veamos si es posible aprender idiomas a más edad que la escolar o de otras maneras que no sean las puramente inmersivas.
La barrera de la edad no existe
Según los expertos, hasta los cuatro años de edad, los más pequeños, tienen la capacidad de aprender a hablar una o más lenguas con la misma facilidad o esfuerzo, con el que se aprende la lengua materna. Hasta los siete años, parece posible que cualquier niño pueda aprender otro idioma como si se tratara de su lengua materna sin mayor problema. A partir de los ocho, no se acaba el mundo del aprendizaje, también es posible aprender y hacerlo incluso, a un nivel más avanzado y profundo.
Lo que es cierto es que a partir de esta edad, el cerebro empieza a perder la plasticidad que se posee en la infancia y es necesario poner más empeño y esforzarse un poco más. Es decir, el aprendizaje deja de ser puramente innato y hay que ponerle voluntad. Algo que no deja de tener sus ventajas. Sin ir más lejos, un amplio estudio realizado hace años, afirmaba rotundamente que la edad ideal para aprender un idioma de forma fluida son los dieciocho. Por otro lado, también afirmaba que alcanzar el nivel de un hablante nativo, puede resultar imposible a partir de los diez años.
El mismo estudio, decía que los estudiantes son muy hábiles a la hora de aprender conceptos tales como la gramática o el léxico hasta los dieciocho años. Los citados datos, permiten comprobar como la infancia y la adolescencia constituyen la edad adecuada para el aprendizaje más productivo de una segunda lengua. Sin embargo, algunos docentes y expertos en bilingüismo, coinciden en que los niños son muy malos en lo denominado como aprendizaje explicito, o lo que viene a ser, estudiar un idioma en un aula aprendiendo las reglas de un maestro.
Según estos expertos, los niños pequeños son más negados en este tipo de aprendizaje por carecer del control cognitivo y las capacidades necesarias de atención y memoria para propiciar el aprendizaje académico de la lengua.
A colación del aprendizaje de idiomas a edad temprana, existe una falsa creencia entorno a la posible confusión que puede producir en el niño. Este falso mito, debe desterrarse, puesto que en realidad no existe ninguna evidencia científica que lo respalde. El niño no va a confundir la lengua materna con una segunda lengua, aunque aprenda las dos de forma simultánea desde su nacimiento.
De hecho, existe un estudio realizado por el Institute for Learning & Brain Sciences de la Universidad de Whasington que afirma que los bebés están abiertos al aprendizaje de idiomas diferentes a la lengua materna hasta pasados los once meses de edad. Esta misma investigación, ponía de manifiesto que los niños pequeños que viven en familias en las que se hablan dos idiomas de forma simultánea y habitual, tiene un mayor nivel de actividad en las dos zonas del cerebro que intervienen en la función ejecutiva. Esto hace posible que los niños no confundan las palabras de las diferentes lenguas como cabe esperar y que se desarrollen siendo bilingües.
En conclusión, a razón de las diferentes investigaciones realizadas, se aconseja aprender un idioma cuanto antes, puesto que ayuda a los niños a desarrollar el cerebro y sus capacidades mentales, además de ayudarles a resolver problemas o controlar la atención. Ante la fecha límite de los diez años para aprender un idioma y pronunciar como un nativo, se observa que puede ser debido a causa de un cambio biológico en el cerebro, aunque puede deberse a algo social o cultural. En opinión de los expertos, esto puede ser a causa de que los dieciocho años son el momento en que las personas empiezan a trabajar, emanciparse o cursar estudios especializados, lo que puede causar impacto negativo en el aprendizaje de otros idiomas. Aunque podemos decir que estudiar idiomas a la edad adulta, tiene sus ventajas, por lo que no hay que desanimarse si se quiere aprender.
Etapas del aprendizaje de una lengua
La mejor manera de entender porque la infancia se considera como el mejor momento para aprender un idioma, es conocer las diferentes etapas de su aprendizaje. Durante los primeros años de vida, es más fácil asimilar conceptos, datos y por supuesto, un segundo idioma. Algo que se complica con el paso de los años.
Considerando la primera infancia de los cero a tres años, como el punto más adecuado para que se produzca el primer contacto con una segunda lengua y que esta sea estable y continua, el aprendizaje se producirá de forma natural, como sucede con la lengua materna.
Entre los tres y seis años, el cerebro, se encuentra en un estado de predisposición excelente para aprender otro idioma. Este no será tan natural como si se produjese en la etapa anterior, pero no resultará más complicado. La clave, según los expertos, reside en la exposición a la segunda lengua. Siendo de gran importancia el contacto estable y continuo. Además deben considerarse las características del pensamiento, el niño aun no puede realizar operaciones mentales, por lo que el proceso de aprendizaje se basa en la exposición a la lengua.
Durante la tercera etapa, entre los siete y doce años, el aprendizaje de la segunda lengua, pierde su carácter natural. El niño entra en la etapa en que las operaciones concretas aparecen. El cerebro posee buena predisposición para aprender y continúa necesitando explorar el idioma y tener un contacto directo. Se pueden introducir reglas gramaticales sencillas o un vocabulario más elaborado, siempre que sea concreto. Es decir, el niño tiene capacidad para aprender reglas gramaticales, pero deben ser claras y concretas.
Pasada la infancia, a partir de los doce años, dentro de esa etapa tan controvertida, llamada adolescencia, el aprendizaje cambia. El cerebro alcanza el potencial de adulto, por lo que puede imaginar posibilidades, elaborar hipótesis e ir más allá de lo evidente. En este momento, puede extrapolar lo aprendido dentro de un contexto o situación en concreto a otra situación o contexto diferente. Los chavales de esta edad, necesitan expresarse, por lo que es necesario que tengan la oportunidad de elaborar sus propios mapas mentales.
Algunos de los factores que se deben tener en cuenta a la hora de realizar un aprendizaje efectivo en la infancia, pueden ser, la necesidad de que el niño sea el protagonismo de su proceso de aprendizaje. Tener en cuenta sus capacidades, intereses, miedos, conocimientos, etc. El profesor juega un papel de vital importancia, por lo que debe conocer al niño y adaptar su forma de hablar, enseñar, los materiales y juegos, a los intereses y necesidades del niño.
Por otro lado, la familia también es importante, puesto que entra en juego el conocimiento de otro idioma por parte de la misma, así como el uso que hacen del idioma, sus expectativas hacia el niño y las motivaciones hacia él. El entorno que rodea al niño, es otro de esos factores relevantes que favorecen o reprimen el aprendizaje de un segundo idioma: los amigos, lo que ve en la tele, los juguetes, etc.
Por supuesto, el factor tiempo. Cada niño sigue su propio proceso de aprendizaje y tiene su propio ritmo. Hay que respetar el tiempo de cada uno para lograr los mejores resultados y permitir que se complete el proceso de aprendizaje al completo. En cualquier caso, aprender idiomas es algo que todos deberíamos hacer en algún momento de nuestra vida, independientemente de la edad.