Los primeros recuerdos que guardo de mi infancia son en un pequeño piso de Valladolid. Allí, en la llamada zona de la Circular, vivía junto a mi familia. Mis padres y mis dos hermanos mayores. Apenas recuerdo cómo eran las paredes, cuántas habitaciones teníamos o si nos llevábamos bien con los vecinos. Los únicos recuerdos que me vienen a la cabeza son los de mi canario, llamado Seya, y las de su jaula para pájaros.
Lo del nombre de Seya, era por una serie de dibujos animados de la que yo era muy fan, Los caballeros del Zodiaco, seguro que si ahora tienes unos 30 años o más, ya sabes de lo que estoy hablando. Seya era Pegaso, el protagonista, y no dudé en que mi canario se llamaría así. Por cierto, y aprovechando que el Pisuerga pasa por mi tierra, aprovecho para anunciaros que muy pronto llegará a España la película que acaban de hacer de la serie.
Pero vamos a la historia de mi canario. Fue mi primera mascota, y creo que gracias a ella comprobé el amor excelso que tengo por los animales. Me apasionan estos pequeños aves, que aunque son los más abundantes del planeta criados como domésticos, no se conocen poblaciones asilvestradas.
Recuerdo perfectamente la jaula donde vivía. La compramos en Pajareras.es, y era un lugar seco, fresco, y resguardado de temperaturas extremas de frío o calor, y de corrientes de aire. Y es que si por algo se caracteriza Valladolid es por el frío de sus inviernos. Algo de sol todo el año será de su agrado, aunque en algunas regiones cálidas puede llegar a morir si permanece en lugares soleados sin un sombreamiento filtrado. Por eso cuando acudía a mi pueblo, Matapozuelos en verano, tenía mucho cuidado con las olas de calor.
Tenía su recipiente para bañarse. Una vez por semana limpiaba el fondo de esta preciosa jaula para que no enfermera. Además tenía un nido cuna, donde el pequeño Seya siempre elegía dormir.
En cuanto a la alimentación, como animales granívoros que son, los canarios se alimentan fundamentalmente de alpiste. La alimentación debe ser rica y variada: alpiste, mixtura una vez en semana, fruta diaria, gritt para la trituración en la molleja y productos con calcio. El tamaño de las razas que se crían en el siglo XXI va desde los 11,5 cm en la raza Gloster, hasta los 20 cm. Generalmente la mayor parte posee un tamaño que ronda los 13 o 14 cm. Su esperanza de vida es, según la raza, de 6 a 15 años, algunos incluso llegan a una edad de 20 años.
Tengo que reconoce que gracias a los canarios también comencé mi otra pasión: la lectura. Y la verdad es que aprendí mucho de su historia. Pues los canarios domésticos se han utilizado en la investigación para estudiar la neurogénesis, o el nacimiento de nuevas neuronas en el cerebro de los adultos. También en investigación básica para entender cómo logran codificar y producir sus distintos cantos.
Y conocí la fabulosa historia de que hace años eran utilizados en las minas. ¿Para qué? Pues como un sistema eficaz y económico de alarma, tanto visual como sonora. Si en la mina había una filtración de gases tóxicos, como el monóxido de carbono o el metano, el pobre canario era el primero que moría, por lo que los mineros sabían de este modo que tenían que abandonar de inmediato el lugar. Una historia triste, pero al mismo tiempo demuestra lo esenciales que son estos animales en nuestras vidas.
El pobre Seya murió hace muy poco. Aún mantengo la jaula con todo tipo de accesorios, la verdad es que me da pena, pero sé, que esté donde esté, seguro que está alegrando con su canto.