¿Habéis probado alguna vez a intentar hacer una mudanza con tres niños en casa? Yo sí, y es una auténtica locura. Para empezar he de matizar que yo jamás me habría mudado de no haber sido porque mi marido se empeñó diciéndome que era el momento perfecto por no sé qué rollo de valores y precios por m2 en nuestra zona de residencia. Quiero dejar esto claro porque, a pesar del gran trabajo que hizo inmobiliarias-madrid.com encontrándonos una nueva vivienda y vendiendo la nuestra, yo era la única en la familia que no veía claro todo esto y fui yo también la que, al final, sin comerlo ni beberlo, pagué el pato.
Para no engañar al lector diré, antes de nada, que sí, que mi marido tenía razón y que en la inmobiliaria nos confirmaron sus ideas: nuestra área de residencia se había encarecido notoriamente por lo que podíamos vender nuestro piso de 90 m2 de segunda mano y comprarnos uno nuevo en otras zonas de Madrid sin tener que poner demasiado dinero extra. Fantástico ¿verdad? La casa no es que sea mucho más grande pero pertenece a una urbanización con piscina y zona de juegos que los niños disfrutarán este verano como nunca, y sólo hemos tenido que poner 15.000 euros de más, un préstamo muy pequeño en comparación con cualquier hipoteca.
Me comí todo el marrón
Yo de eso no tengo quejas, pero ¿quién fue la que dijo que no era el mejor momento teniendo un bebé de 25 meses, un niño de 4 años y una niña de 9? Yo ¿Y quién me hizo caso? Nadie. Toda la familia animaba a mi marido y él me animaba a mí, y yo sólo quería esperar un poco a que los niños fueran más mayores, pero claro, eso no era algo que se pudiera barajar porque, según él, el momento era ahora o nunca. ¿Sabéis qué pasó? Pues que como él trabaja a jornada completa y no le dieron vacaciones, la que se comió la mudanza soy yo, que trabajo a media jornada fuera de casa. Tuve que lidiar con mil problemas mientras cargaba con mi hijo pequeño en brazos, el mediano de cuatro años me sacaba la ropa y las cosas de las cajas que ya estaban preparadas para la mudanza, y la niña me pedía ir al parque un rato.
Mediterráneo Expres hizo el transporte de los muebles y eso fue, probablemente, lo único que salió bien. Sus profesionales llegaron a casa, desmontaron lo que hubo que desmontar y se bajaron los muebles que llegaron a la nueva vivienda en perfectas condiciones. Nada más salió bien: perdí cajas de ropa (no me preguntéis cómo porque no lo sé), rompí dos adornos del salón, un par de libros míos llegaron hechos trizas, y tuve castigados a los tres críos durante tres días (no les até las manos y les puse cinta aislante en la boca para que no me denunciaran por maltrato infantil).
¿Sabéis que hizo mi marido por mí y la mudanza? Las cenas. Cuando él aparecía por la puerta sobre las ocho de la tarde yo soltaba todo lo que tuviera en las manos y me tiraba en el sofá “Te toca”, le decía yo, y él empezaba con las cenas de los niños y luego con la nuestra. Nada más. Manda narices.
Si estáis pensando en hacer una mudanza y tenéis hijos pequeños reflexionar bien los pros y los contras dos veces, tres, o las que hagan falta, y sed fieles a vuestras convicciones, no dejéis que os convenzan de lo contrario.