Una de las razones por las cuales está bajando la tasa de natalidad hasta límites insospechados es que las familias tienen la percepción de que tener un hijo es ahora más caro que en ningún otro momento. Es cierto que no es el único motivo y que la falta de tiempo es uno que puede llegar a tener una importancia más grande si cabe, pero está claro que la influencia que se genera en torno al desembolso que conlleva tener descendencia agobia a muchos padres y madres. Y más en un momento en el que, como ocurre en la actualidad, la incertidumbre gobierna nuestras vidas.
Vayamos a lo concreto: ¿cuánto cuesta tener un hijo? Hemos querido echar mano de algunos reportajes realizados por los medios de comunicación y hemos dado con uno muy interesante que vio la luz en la página web de La Vanguardia en el que se indicaba que el coste medio es de 42.000 euros por niño durante los tres primeros años de vida. Se trata, sin duda alguna, de una cifra bastante importante y que deja claro que es necesario disponer de una seguridad económica cuando llega el momento de dar vida a una persona.
Hay cosas que, no obstante, son innegociables y que debemos tener para hacer de la vida de los más pequeños algo feliz, alegre, seguro y cómodo. Estamos hablando de productos como lo son los carros de paseo para los peques y las sillitas para el coche, que debéis recordar que son obligatorias. Está claro que, cuando se tienen hijos o hijas, hay que procurar tener a mano estos elementos porque no solo benefician a los peques. También vienen de perlas a unos padres y madres que consiguen la mejor de las seguridades para sus hijos e hijas y que pueden desplazarles con mayor comodidad y sin tener que cargar su peso sobre su espalda.
Es evidente que son necesarias muchas cosas a la hora de hacer posible una vida alegre y cómoda para los más pequeños. Los dos productos que la gente considera básicos en función de lo que nos han comentado los profesionales de The Baby House son la silla para el coche y el carro con ruedas. Según estos profesionales, cada vez es menor la cantidad de personas que escatima en algo que tiene que ver con esto. Se apuesta por la calidad porque se debe cumplir el objetivo, que no es otro que el de hacer mejor la infancia de nuestros hijos e hijas.
Cada vez se piden estos elementos con más tiempo
Una de las cosas que también nos ha sorprendido de todo lo que hemos descubierto recientemente es el hecho de que las familias cada vez se adelantan más en lo que tiene que ver con la compra de productos como los que venimos comentando. Es un detalle a tener en cuenta y que habla bien de esas familias: si decidimos no dejarlo todo para última hora es por el hecho de que, de esta manera, sabemos que vamos a contar con un mayor margen para conseguir el producto que queremos y no uno cualquiera.
Ni que decir tiene que esa es una ventaja como la copa de un pino. Está claro que es fundamental ser previsores y más cuando vamos a tener un hijo o hija. Y es que hay que tener en cuenta que no solo tenemos que decidir cuál silla o carro vamos a elegir. También tenemos que ver qué tipo de ropa le va a hacer falta, qué juguetes le vamos a comprar y qué le va a hacer falta para hacer posible una alimentación e higiene perfectas.
Tener un hijo o hija es una decisión muy bonita pero que conlleva una serie de responsabilidades que no podemos eludir, principalmente porque es un deber moral o, en segunda instancia, porque no cumplir con ello es un delito. Así que no nos extraña en absoluto que la sociedad sea cada vez más previsora en este sentido. Es algo que habla bien de nosotros y que debemos conservar por muchos años que pasen. Estamos seguros de que, en España, tenemos la suficiente cabeza como para seguir haciéndolo posible.
Como veis, no todo son malas noticias. La tasa de natalidad es muy baja y va a seguir bajando de cara a los próximos años. Pero la responsabilidad de la gente está creciendo. Es mejor todo eso que no al contrario, ¿no creéis? Ojalá que sigamos en esta línea de cuidados y que a ningún niño o niña le falte nada básico para conseguir una felicidad y una alegría que deben ser propias a todas las infancias. Ese debe ser el propósito ineludible que sigan marcando las miles de familias que, cada año, deciden tener hijos e hijas.