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No soy superwoman ¿o sí?

Hay veces en las que no nos damos cuenta de las cosas hasta que no te das con ellas de bruces y esto lo digo por la situación actual de mi madre. Hace unos meses que se fue a vivir a una residencia de ancianos en Madrid, Sanvital, debido a que su estado era cada vez más delicado y ella misma se daba cuenta de que empezaba a necesitar cada vez más ayuda y fue, por su propia decisión, por la que empezamos a buscar un lugar mejor para ella y ahora me doy cuenta de la falta que le hacía.

Siempre me he considerado una buena hija. Cuando mi padre falleció empecé a estar completamente atenta a mi madre (no es que antes no lo estuviera es que sabía que ahora necesitaba mayor atención). Si tenía un dolor yo estaba ahí la primera, una queja, una petición o si simplemente necesitaba ayuda para algo y, sin embargo, hubo cosas que se me pasaron por alto.

Vamos a verla todos los fines de semana. Nos gustaría ir más a menudo pero entresemana, con el trabajo y los horarios de visitas, es muy complicado. Yo siempre me tranquilizo pensando que tiene los días llenos de actividades, porque esa es otra: desde que está en Sanvital ha rejuvenecido. Cada día tiene una actividad diferente que lleva a cabo con otros residentes, ha hecho grandes amistades, y hacen hasta fiestas cuando hay un cumpleaños o algo.

El caso es que el último fin de semana que fuimos mi madre nos recibió con una sonrisa exagerada y claro, preguntamos qué le pasaba. Ella pretendía que nos diéramos cuenta de algo pero yo no me entendía qué quería hasta que mi hija, de 8 años, se aceró a su abuela desde abajo y le dijo que tenía los dientes más blancos. Ahí fue cuando me di cuenta de que su sonrisa estaba mucho mejor que antes.

Resulta que tenía los dientes prácticamente huecos por dentro debido al desgaste pero como no le dolían, no nos habíamos dado cuenta (a sus 77 años tiene sus propios dientes, nada de dentaduras postizas). Sin embargo, el martes pasado durante una revisión rutinaria, el médico advirtió que tenía los dientes muy frágiles y al final ha acabado en la clínica Calzavara y Morante donde le han hecho una periodoncia para intentar que sus dientes aguanten un poco más y de esto se han dado cuenta en menos de dos meses en la clínica, mientras que nosotros no habíamos sospechado nada en los cinco años que llevaba viviendo en nuestra casa.

Supongo que no debo culparme, que los especialistas son quienes se dan cuenta de estas cosas, pero yo no puedo evitar pensar que se me han estado pasando cosas para con mi madre y a lo mejor, si la hubiera llevado a alguna revisión dental (que no lo hice nunca porque no lo pensé) le hubieran detectado falta de calcio o no sé qué y ahora tendría los dientes más sanos. Pero ha tenido que ir a una residencia de ancianos para que alguien se diera cuenta.

Mi marido dice que es normal. Que ellos son especialistas y nosotros no, y que por eso, llegados a cierto punto, nuestros mayores están mejor atendidos en una buena residencia antes que en casa, porque se dedican a  ellos las 24horas de día y tienen a profesionales a su servicio en todo momento, pero cada uno piensa de una manera ¿no? Aunque, al fin y al cabo, yo no puedo estar al tanto de todo ¿no? No soy superwoman ¿o sí?

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