Todavía hay mucha gente que no es consciente de la peligrosidad del sol. El sol, fuente principal de vida, también puede resultar tremendamente perjudicial para el organismo humano, sobre todo, si se abusa de él. El melanoma es un tumor cutáneo que se puede sospechar por la presencia de un lunar o mancha habitual que cambia de forma, de color, de textura o de tamaño, o que sangra, pica o duele. Esta enfermedad tiene en la melanina su principal causante, ya que si su porcentaje es alterado de forma importante, aumenta la posibilidad de desarrollar el cáncer de piel.
Estadísticas
Como el cáncer de piel no distingue entre mayores y pequeños, hay que cuidarse en familia. Para el año 2018, los cálculos de la Sociedad Americana Contra El Cáncer para este cáncer en los Estados Unidos fueron:
- Aproximadamente 91,270 nuevos casos de melanoma (alrededor de 55,150 en hombres y 36,120 en mujeres) serán diagnosticados.
- Aproximadamente 9,320 personas (5,990 hombres y 3,330 mujeres) morirán a causa de melanoma.
Por eso, es muy importante que nos cuidemos de estar expuestos al sol. Vamos con una serie de recomendaciones para la familia, que deberemos tener muy en cuenta.
Consejos
Usar un fotoprotector solar adecuado es básico para proteger al niño del sol y al resto de la familia. La crema solar debe ser aplicada siguiendo una técnica, debe aplicarse al niño, al menos, 30 minutos antes de que vaya a exponerse al sol. Lo ideal es hacerlo antes de salir de casa para garantizar que está protegido al aire libre. Hay que extenderlo en abundancia y por todo el cuerpo.
Lo que sí está tajantemente prohibido es que los niños menores de 6 meses estén expuestos al sol de forma directa al sol. Tampoco bajo una sombrilla, por ejemplo en la playa, ya que la arena refleja alrededor de un 20% de las radiaciones solares; el agua, sobre un 10% y la hierba, aproximadamente un 5%.
La protección solar debe comenzar en primavera, con la llegada del buen tiempo y la realización de actividades al aire libre, como montar en bicicleta o salir de excursión. En esta época del año el sol puede resultar tan nocivo como en verano, por lo que conviene proteger a los niños.
Colocarse al aire libre bajo una sombra natural, como la de una arboleda, es mucho más efectivo que hacerlo bajo una sombrilla. En todo caso, de no haber sombras naturales, hay que usar siempre una sombrilla. De todas formas si no podemos, es importante contar con toldos. Por ejemplo, para una casa de verano con piscina, lo ideal es tener uno de los muchos modelos que tienen en Rolltec.
Si nos vamos un día a la playa, podemos usar las nuevas sombrillas tipo iglú, ya que ofrecen una protección mayor que las sombrillas tradicionales. Por un lado, el material del que están hechas actúa parando las radiaciones ultravioletas del sol, y, por otro, el tejido se extiende también al suelo, con lo que se consigue evitar el reflejo del sol sobre la arena o la hierba. Además viene muy bien para poder dejar las cosas en su interior.
A veces no nos damos crema porque tenemos ropa. Pues bien, según datos de la Academia Española de Dermatología y Venereología, una camiseta de algodón protege menos que un fotoprotector solar. Por otro lado, , en el mercado hay trajes de baño y camisetas que protegen del sol. Llevan la certificación UPF y, según su índice, evitan en mayor o menor medida el paso a través del tejido de las radiaciones ultravioletas.
Gafas de sol
Los niños deberían utilizar unas gafas de sol homologadas que ofrezcan una protección del 100% frente a los rayos UV y a la radiación IR-A. Por eso hay que tener mucho cuidado con las que venden en las tiendas, para esto mucho mejor las ópticas. El peligro de utilizar unas gafas no homologadas o “de juguete” es que proporcionan una falsa sensación de seguridad, además de provocar posibles daños en el ojo. Por este motivo, insisto, hay que comprar siempre las gafas de sol infantiles en establecimientos seguros.
Es un día popular, pero en este caso, tiene mucho de razón. En días nublados, el efecto del sol es aún peor. De hecho, las nubes no son un obstáculo para el paso de los rayos ultravioleta, por lo que el niño puede sufrir quemaduras igualmente aunque la sensación de calor sea menor, por efecto de las nubes o del viento. Hay que tener mucho cuidado con esto.